Domingo 05 de Julio, 2020

Jesús manso y humilde de corazón

 


Artículo del Arzobispo René Rebolledo Salinas publicado este domingo 5 de junio en diario La Región.

Gran importancia tiene la proclamación de la Palabra de Dios en nuestras asambleas, especialmente en la celebración eucarística, domingo tras domingo, también en las santas Misas de los días de la semana y, obviamente, en los demás sacramentos. La Palabra es fuente de vida, ilumina nuestro caminar, es lámpara para nuestros pasos, luz en nuestros senderos (Sal 118, 105). El Evangelio que se proclama hoy, en todas las santas Misas, es muy consolador (cfr. Mt 11, 25-30). Jesús prorrumpe en un himno de alabanza y bendición a Dios su Padre: ¡Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla! Sí, Padre, esa ha sido tu elección (Mt 11, 25-26). Luego, nos habla en lenguaje cercano, acerca de su comunión con el Padre: Todo me lo ha encomendado mi Padre: Nadie conoce al Hijo, sino el Padre; nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo decida revelárselo (Mt 11, 27). Invita el Señor a su seguimiento, aún en el cansancio y el agobio, puesto que en Él se encontrará el alivio, dado que su yugo es suave y su carga ligera. ¡Él es manso y humilde de corazón!

La precedente es la imagen de Jesús presente en el testimonio bíblico, la que también tenemos nosotros. Con su presencia, palabra y obras nos ha revelado que Él acoge, ama, perdona, anima y fortalece. Él está atento al sufrimiento humano y manifestando su predilección por quienes más sufren, corporal o espiritualmente, o padecen el desprecio de los demás.

Resuena con fuerza la invitación que hoy nos hace el Señor: Vengan a mí, los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré (Mt 11, 26). Que reconfortante es escuchar estas Palabras del Señor, asegurándonos su cercanía, su amor que jamás falla y su fiel acompañamiento.

Que bien refleja la Plegaria Eucarística IV, Jesús que pasó haciendo el bien, los sentimientos de Cristo: Él siempre se mostró misericordioso con los pequeños y los pobres, con los enfermos y los pecadores, y se hizo cercano a los oprimidos y afligidos. Él anunció al mundo, con palabras y obras, que Tú eres Padre y que cuidas de todos tus hijos.

En este domingo le suplicamos al Padre Eterno, con las mismas palabras de la Plegaria mencionada: Abre nuestros ojos para que reconozcamos las necesidades de los hermanos; inspíranos las palabras y las obras para confortar a los que están cansados y agobiados; haz que podamos servirlos con sinceridad, siguiendo el ejemplo y el mandato de Cristo. Que tu Iglesia sea un vivo testimonio de verdad y libertad, de paz y justicia, para que todos los hombres se animen con una nueva esperanza.

Inspirados en la Palabra del Señor y en el ejemplo de los santos, como también de  hermanos nuestros - compañeros de camino - que nos dan un bello testimonio de fe y de amor al Señor, procuremos cultivar también nosotros un corazón humilde, de tal modo que podamos gozar de la presencia del Señor en nuestra vida, encontrando en Él la fortaleza cuando los dolores y las necesidades de los demás requieran nuestra fiel compañía. El COVID-19 y las consecuencias que ha provocado en miles de hermanas y hermanos nuestros, nos ha puesto a todos enormes desafíos, especialmente a los discípulos misioneros del Señor.

 

        

 

        

 

        

 

        


    
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