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Este domingo 29 de noviembre se presenta muy rico en espiritualidad para la comunidad cristiana. En efecto, celebramos el primer domingo de Adviento unidos a la Iglesia Universal. Adviento viene del latín adventus, venida y en su forma completa adventus Redemptoris, viene el Redentor. Tengamos presente que las cuatro semanas de Adviento las celebramos como un todo con la Navidad –Nacimiento– y la Epifanía –manifestación-. En estas semanas de Adviento contemplamos a Cristo que mediante su presencia, palabra y obras responde a las grandes preguntas de mujeres y hombres de todos los tiempos, ofreciendo en Él plenitud de vida y abriéndonos a los valores del reino.
Por otra parte, en este domingo comenzamos en nuestras comunidades la Novena a la Inmaculada Concepción, los últimos días del Mes de María, que clausuraremos, Dios mediante, con esta solemnidad el próximo martes 8 de diciembre.
Es bello constatar el amor que se manifiesta hasta en los más recónditos lugares de nuestra Arquidiócesis a la Santísima Virgen a lo largo de todo el año, mas especialmente en este mes dedicado a Ella y en la festividad de la Inmaculada. Son expresiones de aprecio y reconocimiento a la Madre de Cristo y Madre nuestra, todas ellas respuesta generosa al amor con que su Hijo la entregara al discípulo y en él a todos nosotros: ahí tienes a tu madre (Jn19, 27).
En la santa Eucaristía de hoy escucharemos la proclamación del Evangelio de Marcos 13, 33-37, sobre el día y la hora, que nadie conoce: ni los ángeles en el cielo, ni el hijo; solo los conoce el Padre (v. 32). Por lo mismo la invitación que nos hace Cristo: ¡Estén atentos y despiertos, porque no conocen el día ni la hora! (v. 33).
Para complementar la enseñanza, el Señor nos ofrece una breve parábola, invitándonos a la vigilancia: Será como un hombre que se va de su casa y se la encarga a sus sirvientes, distribuye las tareas, y al portero le encarga que vigile (v. 34). El mensaje es conocido, se trata de estar preparados para que cuando llegue el Señor nos encuentre vigilantes y no dormidos: estén atentos porque no saben cuándo va a llegar el dueño de casa, si al anochecer o a medianoche o al canto del gallo o de mañana; que, al llegar de repente no los sorprenda dormidos (vv. 35-36). Así lo declara en su consejo último: Lo que les digo a ustedes se los digo a todos: ¡Estén atentos! (v. 37).
Al inicio del Tiempo de Adviento manifestamos nuestro deseo de escuchar la invitación del Señor: ¡Estén atentos! Es una llamada a vigilar. Que por las múltiples preocupaciones diarias no descuidemos lo fundamental, la atención a la venida de nuestro Señor Jesucristo, Salvador. Celebramos su venida histórica especialmente en Nochebuena, Navidad y en el Tiempo de Navidad. El Adviento nos prepara para ello y también para su venida gloriosa como Juez de la historia.
¡El Adviento es tiempo de espera y de esperanza! Estas semanas nos ayudarán, Dios mediante, a esperar con gran anhelo la venida de nuestro Salvador: ¡Ven, Señor Jesús!