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Este domingo 20 de diciembre, el Pastor envió su tradicional saludo de Navidad a los sacerdotes, diáconos permanentes, religiosas y religiosos, como también a los fieles de la Arquidiócesis.
La inspiración es de Juan 1, 14: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. Destaca luego, el Arzobispo, la belleza de los textos bíblicos en que es anunciado el Salvador del mundo (Cfr. Is 52, 7; Sal 98 (97), 1-4) y la realidad de su nacimiento en Belén, anuncio que debe alcanzar a las generaciones venideras (Cfr. Lc 2, 10-11). En el día de la Natividad, es el evangelista Juan que con gran profundidad, belleza poética y teológica describe la realidad que celebramos: “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y verdad” (Jn 1, 18).
Al saludar a todos, manifiesta el Arzobispo: “No ha sido fácil el año que llega a su término, debido a múltiples factores, entre ellos la pandemia del COVID-19 que azota al mundo”. Y expresa gratitud “por todo lo realizado para estar cerca de las hermanas y hermanos que han sufrido más que nosotros, también por sobrellevar la vida de las comunidades, afrontando no pocas dificultades”. Expresa particular gratitud “por la respuesta generosa a la Campaña “Nadie se salva solo”. Se ha apoyado a centenares de familias, gracias a Dios”.
Invita “a contemplar en el Pesebre de los hogares y en aquellos dispuestos en los templos a Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo” y convoca a la oración por quienes están sufriendo: “En su humildad, pobreza y ternura tengamos presente a las hermanas y hermanos que sufren, especialmente a los niños, pobres y desvalidos”. Finalmente, anima a compartir el amor ofrecido por el Hijo de Dios desde el pesebre, acogiendo también su llamado: “Él amor que Él nos ofrece con sus brazos abiertos compartámoslo en familia y acojamos su llamado a la fe, esperanza y caridad”.