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Domingo 27, último del mes de septiembre, también Día de Oración por Chile. Iniciamos septiembre, el martes 1, recordando que este mes tradicionalmente se vive bajo dos aspectos fundamentales: Mes de la Biblia y Mes de la Patria. Tendremos un recuerdo sobre estas connotaciones de septiembre en cada una de las santas Misas, no para decir que se clausuran estos aspectos, sino más bien para dar una breve mirada a lo que hemos hecho o profundizado sobre ellos, de tal manera que estos días sean significativos de una actitud permanente, la importancia de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia, también en el culto, los sacramentos, las pastorales, entre otros. Por otra parte, el cultivo de los valores patrios que favorezcan la edificación de la ciudad terrena, según los valores del Reino. Por ello, oramos también en este día por nuestra querida Patria, dirigiéndonos especialmente a Ella, la Virgen del Carmen, Madre y Reina de Chile.
El Evangelio que se proclamará en todas las celebraciones es de Mateo 21, 28-32, un pasaje breve, denso y muy significativo. Se trata de un hombre que tenía dos hijos. Manifiesta al primero su deseo que vaya a trabajar a su viña: el hijo respondió: No quiero; pero luego se arrepintió y fue (v. 28). Al segundo pidió lo mismo: Éste respondió: Ya voy, señor; pero no fue (v. 30). El Señor contrapone a los dirigentes de Israel con los publicanos y prostitutas, que tienen mala fama, pero que numerosos de ellos han acogido el mensaje de Juan el Bautista: Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el Reino de Dios. Porque vino Juan, enseñando el camino de la justicia, y no le creyeron, mientras que los recaudadores de impuestos y las prostitutas le creyeron. Y ustedes, aun después de verlo no se han arrepentido ni le han creído (vv. 31-32).
La enseñanza de Jesús estaba dirigida a las clases dirigentes de Israel, pero también para los discípulos de aquel entonces, de todos los tiempos y también para nosotros. Responder afirmativamente, vale decir, pronunciar un sí, puede ser sencillo y hasta no costar demasiado, más difícil es conjugar nuestras afirmaciones con la fe vivida.
Al escuchar hoy esta parábola, conviene que también nosotros nos preguntemos, si respondemos no al Señor, pero luego nos arrepentimos y vamos, o le respondimos sí, pero no vamos. La enseñanza principal no es responder negativamente, no, y luego cumplir, como tampoco responder positivamente, sí, y luego no cumplir.
Quiera el Señor que siempre podamos dar a Él un sí con convicción profunda y perseverar en el compromiso que conlleva nuestro asentimiento. Numerosas personas que nos han precedido en el camino de la fe, han dado al Señor un sí generoso, también con el dolor y sufrimiento que ésta adhesión conlleva, sin embargo, confiando en el Señor han perseverado en su seguimiento hasta la muerte.