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Una invitación a todos a acercarse al pesebre con fe y contemplar el verdadero regalo de Navidad, el nacimiento del Hijo de Dios, hizo Monseñor René Rebolledo en la celebración de la Misa de Nochebuena en la Catedral de La Serena.
Al celebrar por primera vez la Navidad como Arzobispo de La Serena, Mons. René Rebolledo en su homilía ante cientos de fieles que llegaron a celebrar el nacimiento de Jesús, como también la Intendenta Regional que participó de la Eucaristía, recordó que “¡Es Noche Buena! Hemos encaminado nuestros pasos al principal Templo Arquidiocesano, nuestra apreciada Catedral, porque es Noche Buena, noche de regocijo y de paz. Esperanza, ilusión, quizás expectación son alguno de los sentimientos que prevalecen en nuestro ánimo y espíritu…No olvidemos, sin embargo, que es el buen Padre Dios quien nos ha convocado en esta noche santa, para que vivamos una real experiencia de su amor: el don de su Hijo, quien en una noche como ésta se hizo carne, hombre como todo hombre, excepto en el pecado”.
Junto a un pesebre recreado por niños y niñas en la Eucaristía, el Arzobispo de La Serena invitó a todos a reflexionar acerca del verdadero regalo en esta Navidad, que es el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios. “El Padre bueno nos convoca, para que en comunidad nos acerquemos al Pesebre y contemplemos el verdadero regalo de esta noche, su Hijo, y ante Él cada uno de nosotros de su asentimiento: manifieste su fe y la fe de la Iglesia. Fe en las promesas cumplidas de Dios Padre, Fe en su Hijo, único salvador del mundo, Fe en su Palabra, capaz de transformar toda realidad y convertirla en campo precioso para el crecimiento de su Reino”.
Al concluir su prédica, Monseñor Rebolledo se preguntó: “¿Cómo se llega al umbral del Pesebre?... Rogando a Dios, como hicieron los apóstoles y santos a lo largo de los siglos, suplicándole que “aumente nuestra fe (cfr.Lc 17,5). Solo en la fe podemos descubrir en el niño recién nacido a Jesús el Hijo de Dios. Solo en la fe lo acogeremos como al Salvador del mundo. Solo en la fe recorreremos el camino de la historia que Él ha dispuesto para nosotros y nuestros seres queridos”.
Uno de los signos en la Eucaristía de Nochebuena fue la entrega de velas a los fieles, las que tras la comunión fueron encendidas desde el Cirio, simbolizando la llegada de la luz al mundo, en Cristo, el Hijo de Dios.
Finalmente el Pastor Arquidiocesano pidió al Señor, para todos, una fe “grande, humilde, firme y confiada, como la de la Virgen Santa y su esposo San José. Así, nosotros y las futuras generaciones tendremos el gran don de descubrir en el Niño de Belén al Hijo de Dios, el único Salvador del mundo”.
