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Mediodía y el sol iluminaba a las decenas de personas que, vestidas de blanco, se congregaron en la Plaza de Armas de la ciudad colonial. El objetivo común, manifestarse en favor de la vida, desde su concepción hasta su muerte natural.
Las familias iniciaron la convocatoria con una caravana por las principales calles de La Serena y llegaron provistas de globos blancos y pancartas con diferentes frases que expresaban el sentir de todos; la vida es un maravilloso don que Dios nos regala, que debemos cuidar y respetar.
Juan Apablaza, oriundo de La Calera motivó a sus hermanos del Camino Neocatecumenal a levantar la voz y decir un fuerte y claro “NO” a la cultura de la muerte. “Estamos aquí animando a la gente de La Serena para estar dispuestos a morir por dar la vida, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor, porque con amor todo es posible”, manifestó.
Reunidos en torno a una bandera chilena; jóvenes, niños y niñas acompañados de sus padres entonaron consignas y cánticos afines. Posteriormente, escucharon distintos testimonios de amor a la vida, entre los que destacaron los realizados por la Dra. Patricia Vázques, la familia Benavides Tomayo y la Sra. Ximena Huanchicay, quien contó su experiencia personal cuando decidió traer a su hija al mundo, aunque eso significara sacrificar su propia vida.
“Soy una agradecida de Dios por darme la vida. Decidí optar por traer a mi hija al mundo y el Señor no me abandonó, porque aquí estoy y, aunque hoy sufro una grave enfermedad, Él me da la fuerza necesaria para enfrentar cada día, porque si fui capaz de entregar mi vida, Él me la ha dado en abundancia”, sentenció.
Finalizada la actividad, los niños y niñas, junto a las futuras madres, recibieron la bendición del Arzobispo, Mons. René Rebolledo, quien agradeció la convocatoria e invitó a continuar entregando testimonios de amor y esperanza. “La vida es un don de Dios y es uno de los derechos fundamentales que es preciso respetar en su plena dignidad, en todo tiempo y circunstancia, como también en todas sus fases, desde su concepción y hasta su término natural. Esta disposición, que debe ser permanente, es la mejor expresión de correspondencia al don recibido”, señaló el Pastor Arquidiocesano.