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La fe en Dios mueve montañas, o bien, los fieles suben hasta ellas para dar testimonio de su amor a Él. Así es como cada año decenas de familias, desde distintos puntos del país, se trasladan hasta el Santuario natural dedicado a San Sebastián. Llegar hasta allí no es fácil, para ello hay que subir hasta la parroquia “Ntra. Sra. del Carmen” de Rapel, ubicada en la comuna de Monte Patria. Siguiendo hacia la cordillera, luego del paso fronterizo Retén “Las Tórtolas”, llegamos hasta el poblado Los Molles, unos kilómetros más arriba, por un camino pedregoso y sinuoso, encontramos el sitio en el cual, desde hace aproximadamente una década, se vive la fiesta religiosa.
Según comenta la familia Araya Vera, quienes por años se han dedicado con profundo sacrificio para mantener la tradición, la gruta natural formada en la roca, sirvió de refugio para una familia que trabajaba en el lugar y fueron sorprendidos por un temporal de nieve hace más de veinte años. “Durante la emergencia se encomendaron a San Sebastián y, tras varias horas, pudieron ser rescatados. Años después volvieron con una imagen del santo y la ubicaron en el lugar. Luego mi hermano Guillermo comenzó a motivar a las personas para agradecer a Dios y a San Sebastián, así comenzó la tradición”, señaló Jorge Araya Vera.
De esta forma, la tarde del domingo 24 de enero, y luego pasar la noche bajo la lluvia y tormenta, se vivió la fiesta religiosa que inició con la celebración de la Eucaristía, presidida por el Arzobispo Mons. René Rebolledo, en compañía del párroco de Monte Patria y Rapel, P. Jorge Arancibia. Posteriormente, se dio paso a la procesión que fue animada por el baile religioso “san Juan Pablo II” de Rapel.
“Hace 16 años vinimos hasta acá para encomendar la vida de mi familia, pero aún no existía esta tradición. Ahora que volvimos a la zona, me comentaron que se había iniciado una linda fiesta religiosa y quisimos venir para dar gracias a San Sebastián y al Señor, porque nos han protegido y, además, le dieron salud y vida a mi hija que estuvo en coma 11 días”, destacó Mónica Aluzema, proveniente desde Iquique.
En tanto, el párroco enfatizó: “Encontrarnos con estas muestras de fe en un lugar tan lejano, a los pies de la cordillera cerca del límite con Argentina, es una maravillosa manifestación de fe. Es gratificante poder vivir junto a ellos el testimonio y amor que los fieles demuestran a Dios y su Iglesia”.
