|
Tweet |
|
La comunidad se alegra hoy por la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. Los sentimientos son sobre todo de gran gratitud, pues el Señor que se entregó totalmente en su presencia, Palabra y obras, quiso permanecer entre los suyos como alimento de vida eterna en su Cuerpo y Sangre, bajo las formas de pan y vino.
En este día los fieles agradecen al Señor especialmente su presencia permanente como alimento para los enfermos y también la adoración, personal y comunitaria.
Corresponde en la celebración eucarística la proclamación del evangelio de Lucas 9, 11-17, multiplicación de los panes y peces, figura de la Eucaristía. Se trata de un relato hermoso, breve y de numerosas perspectivas. Da cuenta que los apóstoles al atardecer de una jornada intensa de evangelización y servicio apostólico, se acercan al Señor para decirle: “Despide a la gente para que vayan a los pueblos y campos de los alrededores y busquen hospedaje y comida; porque aquí estamos en un lugar despoblado” (v. 12). La respuesta del Señor es clara y perentoria: “Denle ustedes de comer” (v. 13). El relato es una enseñanza a los discípulos de aquel entonces, para nosotros y los que seguirán el camino del Señor, Dios mediante. Todos estamos llamados a compartir con Él su compasión y procurar satisfacer en todo sentido el hambre y la sed de la muchedumbre.
La respuesta de los discípulos: “No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros a comprar comida para toda esa gente. -Los varones eran unos cinco mil-” (vv. 13-14). “Háganlos sentar en grupos de cincuenta” (v.14) es la petición de Jesús. En presencia de todos “tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, los bendijo, los partió y se los fue dando a los discípulos” (v. 16). Hermosos gestos y signos, los panes y peces, la vista elevada al cielo, la bendición, el partir el pan, la entrega a los discípulos, para que ellos a su vez los sirvan a la gente. Los discípulos misioneros de Jesús somos colaboradores de Dios y hemos recibido de nuestro Señor un ejemplo nítido de solidaridad, que nos debe interpelar. Por ello, la preocupación prioritaria en nuestras comunidades, que debemos actuar y jamás soslayar, por los pobres y desvalidos, enfermos y abandonados, personas mayores y hermanas y hermanos que sufren en hospitales y otros centros. El amor a Dios va siempre aparejado con el amor al prójimo. Finaliza el relato: “Comieron todos y quedaron satisfechos, y recogieron los trozos sobrantes en doce canastas” (v. 17).
Este pasaje de la multiplicación de los panes y peces, es un anuncio del alimento que Dios ha preparado para sus hijos: El Cuerpo y la Sangre de su Hijo resucitado. El Maestro que alimenta a los suyos con su Palabra se ofrece también en su Cuerpo y Sangre como alimento para el camino de la vida.