Martes 01 de Noviembre, 2022

“Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lc 19, 9)

 


“Si el Señor “vino a buscar y salvar lo perdido”, nosotros estamos llamados a obrar con semejante amor y misericordia, jamás como jueces de los demás. ¡El Señor que nos llamó a seguirlo por esta senda, nos ilumine y fortalezca para poner en práctica su Mensaje!”, enfatizó el Arzobispo en su columna dominical.

En este último domingo de octubre la comunidad cristiana vive el 31° del Tiempo Ordinario. En parroquias y otras instancias se concluye hoy el Mes de las Personas Mayores. Invito a manifestarles honda gratitud en nuestras familias, también las cordiales felicitaciones y nuestro deseo que el Señor las siga bendiciendo, especialmente con salud y fortaleza. Junto con agradecer a la Comisión Pastoral Arquidiocesana -que sirve a personas mayores- por los programas que se lograron concretar en este mes, los animo a proseguir adelante, entregando con generosidad su tiempo y talento a ellos, que tanto aportan en nuestras parroquias y comunidades.

En esta semana -el martes 1- celebramos unidos a la Iglesia universal la solemnidad de Todos los Santos. Nos preguntamos: ¿Qué celebra la Iglesia en ese día? ¿Quiénes son Todos los Santos? Para esbozar una respuesta, los invito ante todo a contemplar el misterio de Dios. ¡Él es todo Santo! Él en su bondad infinita participa a los suyos de su santidad. Con frecuencia oramos con la Plegaria Eucarística ll en la santa Misa: “Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas”. Al celebrar en este día a Todos los Santos tenemos presente a las hermanas y hermanos que han buscado identificarse con Cristo, procurando realizar la voluntad de Dios en su vida. Ellos son nuestros amigos, los santos. En la presencia de Dios interceden por nosotros. Han experimentado las realidades y vicisitudes de la vida. Sin embargo, procuraron vivir la vocación de cada bautizado, a la santidad.

El miércoles 2 conmemoramos a todos los fieles Difuntos. Este día nos recuerda nuestra condición de peregrinos. ¡Somos ciudadanos del cielo! La Pascua de Cristo, colma nuestra esperanza. Él ha resucitado victorioso de la muerte y, por ello, ésta es un paso a la existencia gloriosa con Él.

El evangelio que se proclama en las santas Misas de hoy es Lucas 19, 1-10, Jesús y Zaqueo. El relato da cuenta que Zaqueo “jefe de recaudadores de impuestos y muy rico” (v. 2), trató de ver a Jesús; siendo bajo de estatura subió a un árbol para verlo pasar. El Señor, que lo vio al alzar la vista, le habla: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa” (v. 5). Él lo recibió muy contento en su casa, mientras otros murmuraban porque “entraba a hospedarse en casa de un pecador” (v. 7). El encuentro con el Señor convierte a Zaqueo, que toma claras resoluciones para su vida: “Mira, Señor, la mitad de mis bienes se las doy a los pobres, y a quien haya defraudado le devolveré cuatro veces más” (v. 8). Maravillosa es la Palabra de Jesús: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también él es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo perdido” (v. 10).

Entre varios particulares que podemos reflexionar hoy sobre la Palabra que anuncia Lucas, miremos nuestra vida, pues como Zaqueo también nosotros hemos experimentado el amor y la misericordia de Dios. Manifestemos por ello gran gratitud. De igual modo, dispongámonos a ser acogedores con todos, también con aquellos que según nuestro parecer hubieren fallado. Si el Señor “vino a buscar y salvar lo perdido”, nosotros estamos llamados a obrar con semejante amor y misericordia, jamás como jueces de los demás. ¡El Señor que nos llamó a seguirlo por esta senda, nos ilumine y fortalezca para poner en práctica su Mensaje!  


    
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