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Tanto la noche del sábado 24 de diciembre, como al mediodía del domingo 25, numerosas familias se congregaron en el templo Catedral de La Serena para vivir las celebraciones de Nochebuena y Natividad del Señor, en un ambiente de armonía, paz y esperanza.
Ambas celebraciones fueron presididas por el Arzobispo René Rebolledo Salinas, quien en su homilía destacó que en estos días especiales y en el Tiempo de Navidad –que se extiende hasta la Fiesta del Bautismo del Señor, el lunes 9 de enero- “hacemos memoria de uno de los misterios más grandes de nuestra Fe: El hijo de Dios, Jesucristo nuestro Señor, en la “plenitud de los tiempos” (Gal 4-4), se hizo carne, asumió nuestra condición humana, igual a nosotros en todo, “menos en el pecado” (Hb 4,15)”.
Prosiguió su mensaje enfatizando que “nos acercamos pues con gran alegría -gozo espiritual intenso en nuestro corazón- para acoger el anuncio, que como un eco en la montaña trasciende los siglos: “Hoy les ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor” (Lc 2,11)”, manifestando que esta Buena Nueva nos renueva en la fe, la esperanza y el amor”.
Concluyó la homilía invitando a contemplar en la Sagrada Familia la centralidad del Hijo de Dios y ofrecerle en el Pesebre del corazón la morada que no tuviera en aquella noche de Belén, suplicándole: “Que Él nos convierta a su persona y al mensaje que vino a traer al mundo, de tal modo que esta noche sea significativa de una vida entera entregada a la edificación con Él de un mundo donde reine la paz y el amor. Él nos ofrece su paz y el amor que anhela nuestro corazón y que por el egoísmo humano frecuentemente están ausentes. Procuremos comunicar al mundo el gozo que experimentamos como discípulos misioneros del Señor por su presencia en medio nuestro, que nos llena de esperanza”.
Fotografías gentilez del periodista Roque Prado
