Domingo 20 de Marzo, 2022

Tercer Domingo de Cuaresma

 


En columna dominical, el Arzobispo René Rebolledo Salinas repara en las perspectivas que ofrece la lectura bíblica, invitando “al arrepentimiento y a la conversión, actitudes propias del discipulado misionero del Señor”.

Los días de Cuaresma, que inició la comunidad cristiana el Miércoles de Ceniza -2 de marzo pasado- tienen la finalidad de favorecer la disposición interior para la solemnidad de la resurrección del Señor. La vigilia pascual la celebraremos, Dios mediante, el sábado 16 de abril, mientras la Pascua el Domingo 17.

En la columna del domingo 6 de marzo -primero de Cuaresma- expuse algunos particulares sobre la prueba en el desierto que sufrió Jesús (cfr. Lc 4, 1-13); el domingo precedente sobre la transfiguración (cfr. Lc 9, 28-36), mientras hoy corresponde la exhortación al arrepentimiento y conversión, junto a la parábola de la higuera sin higos (cfr. Lc 13, 1-9).

En su predicación Jesús saca consecuencias para sus discípulos –los de aquel entonces, quienes les siguieron, como también actualmente nosotros por gracia y bendición suya- sobre hechos y situaciones, también de la vida ordinaria. En el pasaje del evangelio de hoy le presentan la situación de algunos que perecieron al controlar las autoridades una revuelta de los galileos (cfr. v. 1) y otros por el derrumbe de la torre de Siloé (cfr. v. 4). Es en este contexto que el Señor propone la parábola de la higuera sin higos (cfr. vv. 6-9).

Al no encontrar el dueño -por tres años- fruto de la higuera, quiere cortarla, pues “está malgastando la tierra”. Sin embargo, el Viñador consigue aún una prórroga –también abonándola-, para ver si dará frutos: “Señor, déjala todavía este año, cavaré alrededor y la abonaré, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás” (vv. 8-9).

Son variadas y preciosas, como urgentes, las perspectivas que ofrece el pasaje bíblico de hoy. Ante todo, la invitación al arrepentimiento y a la conversión, actitudes propias del discipulado misionero del Señor, que se acentúan en el tiempo de Cuaresma. Se trata de la voluntad para examinar de cara al Señor la vida y tomar las resoluciones necesarias que permitan, en su gracia, buscar la conversión del corazón, como aspecto fundamental en el itinerario pascual.

En efecto, el Señor al hablar de quienes perecieron por la autoridad civil, como por las víctimas del derrumbe del muro, manifiesta en ambos casos igual enseñanza: “si ustedes no se arrepienten, acabarán como ellos” (v. 3).

La comunidad cristiana manifiesta en cada eucaristía el reconocimiento de que somos pecadores y que no en todo respondemos al amor de Dios. Solicita del Señor su perdón, la ayuda y fortaleza para volver a Él de todo corazón mediante un cambio de vida, produciendo así los frutos que espera.

En este domingo, se siente interpelada por la parábola de la higuera sin higos. Nos podemos plantear en este día preguntas bien personales, también en el seno de nuestras familias y en la comunidad: ¿Qué puede significar para cada uno la parábola? ¿Producimos los frutos que el Viñador está esperando de nosotros? ¿Qué decisiones es preciso tomar para responder más generosamente en esta Cuaresma? Es probable que el Viñador hubiere dicho de nosotros, que es bueno prorrogar el tiempo todavía un año, a ver si da fruto. ¿Será esta nuestra situación? 


    
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