Lunes 20 de Junio, 2022

Cuerpo y Sangre de Cristo

 


"El Maestro que alimenta a los suyos con su Palabra se ofrece también en su Cuerpo y Sangre como alimento para el camino de la vida", reflexionó en la columna de este domingo el Arzobispo René Rebolledo Salinas.

La comunidad se alegra hoy por la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. Los sentimientos son sobre todo de gran gratitud, pues el Señor que se entregó totalmente en su presencia, Palabra y obras, quiso permanecer entre los suyos como alimento de vida eterna en su Cuerpo y Sangre, bajo las formas de pan y vino.

En este día los fieles agradecen al Señor especialmente su presencia permanente como alimento para los enfermos y también la adoración, personal y comunitaria.

Corresponde en la celebración eucarística la proclamación del evangelio de Lucas 9, 11-17, multiplicación de los panes y peces, figura de la Eucaristía. Se trata de un relato hermoso, breve y de numerosas perspectivas. Da cuenta que los apóstoles al atardecer de una jornada intensa de evangelización y servicio apostólico, se acercan al Señor para decirle: “Despide a la gente para que vayan a los pueblos y campos de los alrededores y busquen hospedaje y comida; porque aquí estamos en un lugar despoblado” (v. 12). La respuesta del Señor es clara y perentoria: “Denle ustedes de comer” (v. 13).  El relato es una enseñanza a los discípulos de aquel entonces, para nosotros y los que seguirán el camino del Señor, Dios mediante. Todos estamos llamados a compartir con Él su compasión y procurar satisfacer en todo sentido el hambre y la sed de la muchedumbre.

La respuesta de los discípulos: “No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros a comprar comida para toda esa gente. -Los varones eran unos cinco mil-” (vv. 13-14). “Háganlos sentar en grupos de cincuenta” (v.14) es la petición de Jesús. En presencia de todos “tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, los bendijo, los partió y se los fue dando a los discípulos” (v. 16). Hermosos gestos y signos, los panes y peces, la vista elevada al cielo, la bendición, el partir el pan, la entrega a los discípulos, para que ellos a su vez los sirvan a la gente. Los discípulos misioneros de Jesús somos colaboradores de Dios y hemos recibido de nuestro Señor un ejemplo nítido de solidaridad, que nos debe interpelar. Por ello, la preocupación prioritaria en nuestras comunidades, que debemos actuar y jamás soslayar, por los pobres y desvalidos, enfermos y abandonados, personas mayores y hermanas y hermanos que sufren en hospitales y otros centros. El amor a Dios va siempre aparejado con el amor al prójimo. Finaliza el relato: “Comieron todos y quedaron satisfechos, y recogieron los trozos sobrantes en doce canastas” (v. 17).

Este pasaje de la multiplicación de los panes y peces, es un anuncio del alimento que Dios ha preparado para sus hijos: El Cuerpo y la Sangre de su Hijo resucitado. El Maestro que alimenta a los suyos con su Palabra se ofrece también en su Cuerpo y Sangre como alimento para el camino de la vida


    
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