Jueves 14 de Septiembre, 2023

“Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” Mt 16, 16

 


Por René Rebolledo Salinas, Arzobispo de La Serena

En este último domingo de agosto, la comunidad cristiana celebra el 21° del tiempo Ordinario, concluye el Mes de la Solidaridad que se vivió en las parroquias, colegios, movimientos apostólicos y otras instancias pastorales bajo el lema: “La alegría de donar y donarse”. La Iglesia en Chile dedica también este domingo a la Oración por los Pueblos Originarios. En las celebraciones eucarísticas los recordaremos agradeciendo a Dios su presencia entre nosotros, su cultura y los numerosos valores con que aportan al progreso de nuestro país. Pediremos al Señor puedan mediante el diálogo superar los numerosos desafíos que se les presentan, particularmente a aquellas hermanas y hermanos que residen en La Araucanía.

El pasaje del Evangelio que se proclama hoy (cfr Mt 16,13-20) es fundamental en relación al nacimiento de la Iglesia y sobre el ministerio de Pedro. Siendo el Señor la roca fundamental y quien posee las llaves del Reino, asigna a Pedro una misión específica en la comunidad, en respuesta al acto de fe del Apóstol: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (v 16).

En la región de Cesarea de Felipe, el Señor interroga a los suyos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?” (v 13). Las respuestas evidencian la incerteza reinante respecto del Señor: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; otros Jeremías o algún otro profeta” (v 14). Se conocía a estos personajes y la altura de su misión. La identificación de la persona de Jesús con ellos, revela el parecer de que Jesús es un gran enviado de Dios para preparar los tiempos mesiánicos. El Señor se dirige a los suyos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?” (v 15). Pedro –adelantándose- toma la palabra y pronuncia una estupenda confesión de fe: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (v 16). La alabanza del Señor al Apóstol Pedro es notoria, pues lo que Él ha confesado es una verdadera revelación de Dios: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, ¡porque no te lo ha revelado nadie de carne y hueso sino mi Padre del cielo!” (v 17). El Señor le anuncia a Pedro, mediante signos muy bellos, profundos y significativos, lo que será su misión: “Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra construiré mi Iglesia, y el imperio de la muerte no la vencerá. A ti te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo” (vv 18-19).

La pregunta planteada por el Señor, primero en relación al parecer “de la gente”, luego “de los discípulos”, es fundamental y ha tenido respuestas diversas a lo largo de los siglos, desde dentro y fuera de la Iglesia. Importa en este día responder “también nosotros” a la interrogante puesta por el Señor. Gracias a la ayuda invaluable de nuestros queridos padres, catequistas, profesores, parientes y amigos, experiencias significativas, también nosotros hemos ido elaborando una respuesta personal a esta importante pregunta. ¡Es fundamental que ésta comporte nuestra adhesión vivencial a la persona de Jesús! Qué Él sea el fundamento de nuestra vida y también su centro. Qué en su gracia podamos aprender de sus opciones y prioridades.

En este día tengamos presente que la roca sobre la que estamos fundamentados es Cristo y el signo visible es Pedro el Apóstol, hoy el Papa Francisco. Él fue llamado por el Señor y recibió la misión de presidirnos en la comunión y confirmarnos en la fe. Por eso manifestamos nuestra unión con Él, desde la fe y la caridad, nuestra obediencia a Cristo y al Espíritu, que lo ha elegido para guiarnos en la Iglesia.

 

“Gracias a la ayuda invaluable de nuestros queridos padres,

catequistas, profesores, parientes y amigos,

como experiencias significativas,

también nosotros hemos ido elaborando

una respuesta personal a la importante pregunta del Señor:

“¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?” (v 13)

¡Es fundamental que ésta comporte nuestra adhesión vivencial

a la persona de Jesús!

Qué Él sea el fundamento de nuestra vida

y también su centro.

Qué en su gracia podamos aprender de sus opciones y prioridades”.


    
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