Domingo 07 de Julio, 2019

Programas pastorales con sentido eucarístico

 


En su artículo mensual publicado en diario El Día, Arzobispo de La Serena reflexionó sobre actividades a desarrollar durante julio.

En el mes de julio la Iglesia celebra especialmente a la Virgen del Carmen, Madre y Reina de Chile, el martes 16, como también hace memoria de santa Teresa de Los Andes, el sábado 13. Destaca en este mes la actitud de centenares de jóvenes que parten a misiones de invierno y/o a realizar obras solidarias, destinando la mayoría de ellos una semana completa a estas actividades.

Nuestro pueblo tiene especial devoción a la santísima Virgen Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de Chile. Este año la celebraremos en día martes, feriado nacional. Los actos principales son la Eucaristía en todas las parroquias y comunidades, junto con las procesiones en su honor que se multiplican en todo el país. Agradecemos a Dios por la Madre de su Hijo, la Virgen santa, también Madre nuestra y de la Iglesia. Ella siempre nos señala a su Hijo, Cristo Jesús, nuestro Salvador. En Él tenemos plenitud de vida. La Virgen es el camino más nítido para encontrarnos con Él, sobre todo en su ejemplo y grandeza de fe.

Por otra parte, constatamos que se acrecienta cada vez más el aprecio por santa Teresa de Los Andes, especialmente entre los jóvenes. Los confiamos también a ellos a su intercesión ante el Señor, sobre todo en las misiones y trabajos solidarios que emprenden con tanto entusiasmo. Son miles los jóvenes que disponen de gran parte de  su tiempo libre para encaminar sus pasos a las más diversas ciudades y pueblos de nuestro país, particularmente rurales, ofreciendo así un testimonio simple, sencillo, auténtico, de cómo ellos viven su fe. Es un intercambio muy valioso entre los jóvenes y las comunidades. El contacto sostenido con los feligreses de esos lugares es edificante y valioso. Sin duda, ellos mismos son los primeros evangelizados. ¡Cómo deberíamos potenciar aún más tales iniciativas!

Todo este empeño juvenil debe tender, como las demás pastorales, a hacer de la Eucaristía centro de la vida eclesial. Por ello, solicitamos a la Virgen del Carmen nos ayude a vivir nuestra fe, haciendo del encuentro con Cristo en la Eucaristía también centro de la vida de la Iglesia que peregrina en Chile al servicio de los hermanos. Manifiesto el deseo que estos jóvenes misioneros aprecien en gran medida la celebración de la santa Eucaristía y desde ella prolonguen el servicio entusiasta que realizan año a año, en comunidades generalmente alejadas de las ciudades, mas de rica tradición religiosa y fervorosas en el testimonio de su fe.

Este tiempo de preparación para el Congreso Eucarístico, que viviremos en cuatro jornadas en el mes de noviembre, el 9 en la Vicaría de Elqui, el 16 en el Limarí, el 23 en la de Coquimbo y el 24 en La Serena, nos es muy favorable, puesto que las actividades ordinarias de las pastorales estamos llamados a vivirlas con sentido eucarístico. Esto es de vital importancia, pues la celebración eucarística es la fuente y cumbre de la vida cristiana. No hay instancia superior de comunión con Cristo, con su Iglesia y entre nosotros.

En la celebración eucarística el discípulo misionero se alimenta de la Palabra del Señor, de su Cuerpo y Sangre, como también del fervoroso testimonio con que la comunidad celebra los divinos misterios. Es fundamental, por tanto, que en la oportunidad del Congreso Eucarístico Arquidiocesano, manifestemos explícitamente nuestra fe en la santa Eucaristía. Procuremos, por otra parte, renovar diariamente nuestro profundo agradecimiento al Señor por el tesoro de su Presencia en medio de su pueblo.

Estamos llamados a profundizar, en tanto es posible, en este gran misterio de la fe. El Señor Jesús, en su Palabra, en su testimonio de amor, nos ayude a redescubrirlo, día tras día, como el alimento que precisa su pueblo peregrino.

Es también fundamental reflexionar en los aspectos de la espiritualidad eucarística. Podemos, en esta ocasión, dejar planteado el tema, dado que la relación Eucaristía y vida, desde su centralidad en las comunidades, nos impulsa a contemplar la cotidianidad de la vida. Esto es, ¿cómo la Eucaristía es también celebración culmen de la vida y la vida prolongación de la Eucaristía? San Alberto Hurtado nos da al respecto una magnífica enseñanza: mi Misa es mi vida, y mi vida es una Misa prolongada. En esta oportunidad extraordinaria del Congreso Eucarístico Arquidiocesano surgen tantos otros aspectos, todos ellos valiosos y necesarios de profundizar. Lo más importante es suplicar al Señor, como los apóstoles, que aumente nuestra fe (Lc 17,5), también y sobre todo en el misterio de la santa Eucaristía.


    
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