Domingo 05 de Marzo, 2023

TIEMPO DE CUARESMA -Siguiendo los evangelios de los domingos-

 


Columna mensual publicada en el Diario EL Día por Mons. René Rebolledo Salinas, Arzobispo de La Serena

El 22 de febrero pasado la comunidad cristiana dio inicio al tiempo de Cuaresma con el Miércoles de Ceniza. Se prolonga hasta la Víspera del Viernes Santo -7 de abril- las horas previas a la Misa Vespertina de la Cena del Señor –jueves 6 de abril-. Como señalé en la columna de febrero pasado, son para los fieles días de gracia y bendición, una nueva oportunidad, para volver al Señor, convertirnos de corazón y encaminarnos a la Pascua, que en su Vigilia se celebrará el sábado 8 de abril, el domingo de pascua el 9, inaugurando así el tiempo pascual que se extiende hasta pentecostés, el 28 de mayo.

La Cuaresma es rica en su espiritualidad. Los fieles procuran vivirla intensificando la oración, el ayuno y la abstinencia, como la práctica de la limosna, aspectos que desarrollé también en la columna del mes pasado.

La Palabra del Señor es central en todas las celebraciones de la comunidad cristiana, pues ofrece los contenidos de estas y también las perspectivas para la vida. En tiempo de Cuaresma es de particular importancia. En su lectura más asidua, los fieles procuran conocerla mejor, para amar más profundamente a Cristo presente en ella.

En la imposibilidad de analizar todos los textos bíblicos que ofrece este rico tiempo de Cuaresma en su espiritualidad, presento a continuación una breve reflexión sobre el Evangelio dominical de cada una de las semanas comprendidas en este tiempo de salvación y gracia.

En el primer domingo de cuaresma -28 de febrero- corresponde Mateo 4,1-11, las tentaciones en el desierto. El Señor invita a adentrarnos con Él en el desierto. Esto significa, considerar también en nuestra vida las tentaciones, luchar decididamente contra ellas, facilitando de este modo el encuentro con nuestro Dios y Señor. Nos anima y fortalece el ejemplo de Jesús. Tal victoria es por su fidelidad al Padre y a la misión que Él le había encomendado. Esto significa que su vida entera ha dedicado a la lucha contra el mal. Él nos señala el camino y brinda la esperanza para vencer también nosotros nuestras tentaciones. La fortaleza de nuestro Señor está en el hecho que su existencia la refiere al Padre Eterno, siempre en sus manos… Este es el camino fundamental que Él nos señala: Confianza y fortaleza en Dios su Padre. Mirando a Cristo, también nosotros estamos llamados a celebrar la victoria, venciendo la tentación…¡nuestras tentaciones!

En el segundo domingo de Cuaresma -5 de marzo- se proclamará el evangelio de Mateo 17,1-9, la Transfiguración de nuestro Señor,  revelación de Jesús como Hijo predilecto del Padre y también Maestro, orienta hacia el final de su camino -su Gloria- que será también la de sus discípulos misioneros -según su voluntad- si somos perseverantes en recorrer la senda que Él nos trazara con el ejemplo de su vida, especialmente en los misterios de su Pasión y Muerte. 

El tercer domingo de Cuaresma -12 de marzo- corresponde el evangelio de Juan 4,5-42, el diálogo de Jesús con la Samaritana. Observamos la maravillosa pedagogía que Él emplea para ayudar a la mujer a abrirse a la fe y convertirse en apóstol entre los suyos. La guía el Señor a una honda reflexión personal acerca de su situación, hablándole del agua viva, de la venida del Mesías y el culto que a Dios agrada. El agua viva en el Evangelio es Cristo mismo. Él es el único que puede saciar la sed de felicidad, sentido de la vida y anhelos de plenitud.

En el cuarto domingo de Cuaresma -19 de marzo- el anuncio es de Juan 9, 1-41, la curación de un ciego de nacimiento. Contemplamos al ciego de nacimiento, con todas las limitantes que podemos imaginar de una persona en estas condiciones. Figuran también los fariseos y otros personajes, que interpelan a quien es sanado, como a Jesús mismo, que los desenmascara: Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, su pecado permanece (v 41). Cristo luz anhela iluminar también hoy, a cada uno de nosotros y al mundo entero. Sigámoslo, optando así por la luz, que es Él, la luz que debemos también comunicar a las hermanas y hermanos de camino.

En el quinto y último domingo de Cuaresma -26 de marzo- acoge la comunidad cristiana el evangelio de Juan 11, 1-45, la Resurrección de Lázaro. Es una figura de la victoria de Cristo sobre la muerte. También para nosotros, que nos estamos disponiendo a la celebración de la Pascua, es una bella y profunda motivación a abandonar lo que oscurece nuestra existencia y a entrar más decididamente en la vida nueva que nos ofrece Cristo Resucitado.


    
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