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Numerosos fieles presentes para la celebración eucarística dominical, a la que se sumara la madre y dos hermanos de Juan Eduardo, como el rector Andrés Valenzuela y el formador Alberto Zambrana.
Después de la homilía, el Arzobispo René Rebolledo Salinas procedió a admitir oficialmente a Juan Eduardo, seminarista de la Arquidiócesis, como candidato a las sagradas Órdenes del diaconado y presbiterado. Confió a Juan Eduardo a Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, a la custodia de la Virgen santa, Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, como a la oración de los numerosos fieles que completaban el templo catedral.
El rector Andrés Valenzuela detalló que con este Rito de Admisión, Juan Eduardo dio un paso en su camino formativo: “La Iglesia ya determina que Juan tiene signos vocacionales claros para recibir el llamado al sacerdocio, ahora, se requiere un compromiso mayor para ir formando su corazón y ser un futuro buen pastor. Pudimos observar mucha esperanza en los asistentes a la Eucaristía por ver a un joven atendiendo el llamado del Señor”.
Además, invitó a los jóvenes a escuchar a Dios: “No tengan temor de escuchar esa voz que los llama, luego tienen que discernir qué servicio les encomienda. Insto a toda la comunidad a que siga rezando con fe para que más jóvenes se sumen a esta vocación”.
Por su parte, Juan Eduardo agradeció a Dios primeramente y a su familia por acompañarlo en el camino de seguimiento del llamado de Dios: “el compromiso es mayor, entendiendo que a partir de aquí inicia el proceso de constituirse como buen pastor. Espiritualmente es un proceso donde se va en crecimiento a través de la oración y la participación plena y activa en la sagrada Eucaristía. Agradezco a mi familia que ha estado conmigo en todo este camino y quienes han sido pilar fundamental en la edificación de mi fe”.
El Arzobispo explicó que se trata de un paso significativo en el camino vocacional de Juan Eduardo, llamando a la vez a que los jóvenes de las parroquias y comunidades puedan plantearse ante el Señor la posibilidad de servirlo a Él en la Iglesia, en la vocación sacerdotal.
