Jueves 14 de Septiembre, 2023

Jesús manso y humilde de corazón. En Él se encuentra descanso para la vida

 


Por René Rebolledo Salinas, Arzobispo de La Serena

En las celebraciones litúrgicas -especialmente en los sacramentos- también en la vida y misión de la Iglesia la Palabra de Dios es central, ilumina las celebraciones y ofrece los contenidos de ella. En este segundo domingo de julio, la comunidad cristiana celebra el 14° del tiempo Ordinario. Los textos que se leerán este día son Zacarías 9, 9-10; el Salmo 144, 1-2. 8-11. 13-14; de la Carta a los Romanos 8,9. 11-13 y el Evangelio que se proclamará es de Mateo 11, 25-30.

El Evangelio es muy consolador. Jesús prorrumpe en un himno de alabanza y bendición a Dios su Padre: “¡Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla! Sí, Padre, esa ha sido tu elección” (vv 25-26). Luego, nos habla en lenguaje cercano, acerca de su comunión con el Padre: “Todo me lo ha encomendado mi Padre: Nadie conoce al Hijo, sino el Padre; nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo decida revelárselo” (v 27). Invita el Señor a su seguimiento, aún en el cansancio y el agobio, puesto que en É se encontrará alivio, dado que su yugo es suave y su carga ligera. Jesús es manso y humilde de corazón. En Él se encuentra descanso para la vida.

La precedente es la imagen de Jesús presente en el testimonio bíblico y la que también tenemos nosotros. Con su presencia, Palabra y obras nos ha revelado que Él acoge, ama, perdona, anima y fortalece. Él está atento al sufrimiento humano, manifestando su predilección por quienes más sufren, corporal o espiritualmente, o padecen el desprecio de los demás.

Resuena con fuerza la invitación que hoy hace el Señor: “Vengan a mí, los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré” (v 28). Que reconfortante es escuchar estas Palabras del Señor, asegurándonos su cercanía, su amor que jamás falla y su fiel acompañamiento, especialmente en tiempos de tanto ajetreo y de innumerables desafíos de todo orden.

También los textos litúrgicos transparentan esta imagen de nuestro Señor. Así la Plegaria Eucarística IV, Jesús que pasó haciendo el bien, “Él siempre se mostró misericordioso con los pequeños y los pobres, con los enfermos y los pecadores, y se hizo cercano a los oprimidos y afligidos. Él anunció al mundo, con palabras y obras, que Tú eres Padre y que cuidas de todos tus hijos”.

En este domingo dirigimos al Padre una súplica, con las palabras de la Plegaria mencionada: “Abre nuestros ojos para que reconozcamos las necesidades de los hermanos; inspíranos las palabras y las obras para confortar a los que están cansados y agobiados; haz que podamos servirlos con sinceridad, siguiendo el ejemplo y el mandato de Cristo. Que tu Iglesia sea un vivo testimonio de verdad y libertad, de paz y justicia, para que todos los hombres se animen con una nueva esperanza”.

Con alegría y gratitud recibimos esta Palabra de nuestro Señor. Todos precisamos del consuelo y el descanso para la vida que Él nos brinda. En efecto, las circunstancias y complejidades que experimentamos nos pueden desanimar y obstaculizar nuestra relación con Él, también con las hermanas y hermanos de camino. Sus palabras nos reconfortan en gran medida. Estamos ciertos que en el Señor encontraremos alivio, descanso y renovadas fuerzas para seguir adelante en su nombre.


    
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