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Fue hace ya 90 años que un sacerdote franciscano de origen francés, junto a la comunidad, erigieron la capilla “Santa Teresa del Niño Jesús” en Almirante Latorre, pueblo ubicado 60 kms. al noreste de la ciudad de La Serena y que tuvo gran esplendor en la etapa de Ferrocarriles del Estado.
Precisamente durante esta época nació la tradicional fiesta patronal que reunía como una gran familia a todo el poblado. Con el paso de los años y debido a la interrupción del recorrido del tren, que provocó la desaparición de las estaciones, sumado a la fuerte sequía, los habitantes de Almirante Latorre emigraron a otros lugares de la región y del país. “Viví gran parte de mi infancia y adolescencia en este pueblo, hasta que junto a mi familia tuvimos que partir y dejar nuestra tierra”, señaló don Hugo Villalobos.
A pesar que la población ha bajado considerablemente, llegando a vivir en el pueblo cerca de 20 familias, cada año son miles las personas que vuelven a su tierra para saludar a su patroncita y agradecer por sus raíces, su vida y manifestar su fervoroso amor a Dios. “Ojalá nunca muera esta fiesta, el pueblo es de todos y es nuestro deber volver para agradecer a Dios”, agregó don Hugo.
Situación similar vive Sara Paredez, quien vivió gran parte de su vida en su querido pueblo y hoy está radicada en La Serena. A sus casi 80 años regresa en cada fiesta para saludar a Santa Teresa y reunirse con los suyos. “Estuve muchísimos años viviendo aquí, por eso cada vez que puedo vengo, especialmente el día en que celebramos a nuestra Santa Patrona, al igual que muchos vecinos que incluso se fueron a hacer su vida bien al sur, pero de todas maneras regresan. Es hermoso presenciar el amor por lo nuestro y especialmente que la fiesta gire en torno a la fe”, enfatizó.
Rescatar los orígenes y valorar la historia es el objetivo de la agrupación “Centro de Hijos y Amigos de Almirante Latorre”, liderada por Pedro Piñones quien manifestó: “es emocionante cumplir 90 años como comunidad católica, mirar hacia el pasado y recordar a muchos que ya no están con nosotros. Es gratificante ver cómo la gente vuelve y no se olvida de sus raíces, específicamente porque nuestro objetivo es preservar la fiesta y que las tradiciones no se pierdan”.
La noche previa al día de fiesta, la comunidad se congregó para celebrar la Eucaristía que fue presidida por el Arzobispo Mons. René Rebolledo, quien destacó el amor de la gente por su pueblo, la unidad de familia que manifiestan y, por sobre todo, la fidelidad al Señor, a su madre la Virgen y a Santa Teresita, patrona del pueblo. Los animó, también, a continuar demostrando con gran alegría su tradición desde la fe, acogiendo a las familias y migrantes que los visitan, asimismo hacer especial oración por la protección del medio ambiente y el aumento de las vocaciones, prioridades de las Orientaciones Pastorales Arquidiocesanas.
Posterior a la santa Misa y animados por bailes religiosos del sector, los fieles realizaron la tradicional “Procesión de los Faroles”, guiando con la luz el camino y acompañados de las imágenes de Santa Teresita y de la Virgen del Carmen. Finalizado el recorrido se realizó un homenaje a algunos de sus habitantes, dando a conocer también, el inicio de una obra importante para la comunidad, un mural que plasmará la historia del pueblo desde las culturas aborígenes que pasaron por el lugar, hasta la actualidad.
Durante el domingo, día principal de la celebración, se realizó una Santa Misa en el cementerio del pueblo, para recordar a aquellos coterráneos que ya han partido a la casa del Padre. Por la tarde, la Eucaristía solemne fue presidida por el párroco de “San Juan Evangelista”, P. Alex Pizarro, parroquia a la cual pertenece la comunidad, para posteriormente dar vida a la procesión principal, en donde con gratitud a Dios y alegría de hermanos, celebraron 90 años de una fervorosa tradición que, aunque pase el tiempo, se niega a morir.
